Las ciudades con canales suelen ejercer una influencia mágica en el visitante. Hipnotizan, embrujan y suponen una alternativa fantástica para conocer la ciudad desde el agua. Ya sabemos que Venecia se lleva la palma y, precisamente por eso, el nivel de masificación es tal que a veces un paseo en góndola resulta menos íntimo que acudir a un macroconcierto.